viernes, 4 de septiembre de 2009

Circo, Television, Vulgaridad y otros conceptos

Una noche de fiesta normal, en una ciudad cualquiera.

Varias personas anónimas que se divierten cada una a su manera.

Y de repente, una cámara de televisión es puesta en un hombro anónimo (Es lo único que permanecerá en el anonimato a partir de ahora) y todo cambia.

No hay carpas, ni elefantes, ni equilibristas, ni magos (aunque se puede llegar a dudar del contorsionismo de algunos y el “payasismo” de otros) pero todo se convierte en un gran circo.
Un circo de una sola pista -la lente de la cámara- donde todo vale por atraer la atención de un público que no está presente en estos momentos, pero se sueña con que este tarde o temprano:

Caras semidesencajadas por la aun-no-suficiente ingesta de alcohol, tópicos de la vulgaridad mas pintoresca, diálogos y monólogos de 1º de maricón, actuaciones de 5º de patetismo, imprudencias viales, vanagloriaciones cleptómanas, afán de protagonismo extremo, y una voz que, afectada por una ligera beodez, intenta inventar un momento de popularidad fantástica a cierta velocidad, equivocando la pronunciación y los tempos correctos propios de la sobriedad.

Igualdad social, respeto…

Bueno, podemos pensar que estos circos se montan en todos los lugares con gente de todo tipo y no estaríamos equivocados, en cierta manera, al admitir que algunas metas en solo unos minutos se han conseguido.: El mismo respeto que el resto de los humanos que con anterioridad han actuado igual. Es decir, ninguno.

Pero solo NOSOTROS (y hoy me cuesta un poco incluirme en ese NOSOTROS) somos capaces de darle ese toque dramático que alimenta tantos tópicos sin los que ciertos individuos, no tendrían personalidad alguna.

Y es que al final, cualquier cosa vale para conseguir esos minutos de gloria.

Aunque, personal y sinceramente, si la gloria viene servida en este plato frio, creo que voy a pedir la cuenta de las bebidas mientras continúan los aplausos, las risitas y las palmadas en la espalda, porque prefiero irme sin probar ni un bocado.

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